El profesional, sea o no artesano, que asegura el mantenimiento y la limpieza de la cubierta, es la persona más cualificada para identificar cualquier otro trastorno en elementos, secciones de una cubierta o en la impermeabilización de un edificio. Su intervención y sus consejos son eficaces para remediar los pequeños trastornos antes de que se agraven. También permite anticiparse a los proyectos de renovación y mantener al máximo la calidad de su patrimonio.
Un canalón es un tubo generalmente de metal, acero, aluminio o zinc, que recoge el agua de lluvia y la desagua. Se encuentra en la base de la pendiente de un tejado o entre dos pendientes. Su anchura y profundidad se calculan en función de la cantidad de agua estimada y de la pendiente del tejado para permitir la evacuación hacia las bajantes o las gárgolas.
El canalón, suele estar suspendido mediante ganchos y suele instalarse en las casas individuales, especialmente en la parte inferior de las pendientes de los tejados de teja. Hay varios tipos. Un canalón suele ser menos ancho que una canaleta y puede ser de PVC, acero, zinc, cobre o aluminio lacado. También asegura el flujo de agua y está disponible en varias formas.
Este mantenimiento forma parte del habitualmente previsto para la cubierta o en general para todo el edificio y ello, sea cual sea el tipo de edificio: vivienda, oficinas, comercios, locales colectivos, talleres, industria, etc.
Consiste en realizar periódicamente todas las comprobaciones necesarias para el buen funcionamiento de los canalones. En efecto, la buena evacuación del agua de lluvia depende esencialmente de su obstrucción, el objetivo es pues evitar la acumulación de hojas o musgo y controlar la ausencia de infiltraciones o rastros de humedad en las paredes. El mantenimiento también permite prever las posibles reparaciones de los canalones y cunetas, como las uniones (juntas, uniones, solapamientos, soldaduras), las fijaciones (abrazaderas, grapas, etc.), el estado de las pinturas, el flujo normal del agua de lluvia hacia las bajantes controlando las pendientes. También consiste en comprobar los rebosaderos, las salidas, los canalones, pero también todos los elementos de los canalones, el estado de los materiales (oxidación, óxido blanco), la deformación (zinc), las tejas, etc.
Para ello, debe:
El mantenimiento de los canalones es responsabilidad del propietario o de sus derechohabientes (inquilinos si los hay) tras la recepción de la obra. Incluye visitas de control periódicas adaptadas a las obras, que se realizarán al menos una vez al año.
Se puede considerar la posibilidad de llamar a un artesano para la limpieza, pero a menudo un profesional de la impermeabilización o del techado tiene más conocimientos sobre los materiales y los métodos de construcción, y sabrá mejor que nadie cómo hacer el diagnóstico correcto.
Si en general se prevé intervenir haciendo una sola visita al año, ésta se realiza preferentemente a finales de otoño para todo tipo de edificios. Sin embargo, si hay un sistema sifónico en el canalón, o si el lugar está situado en un entorno muy arbolado, es necesario planificar al menos dos o incluso más visitas de limpieza para evitar cualquier problema.
Se trata de las mismas operaciones que hay que realizar para la limpieza de los canalones.
Para una empresa, una autoridad pública o un establecimiento que recibe al público, el mantenimiento de los bajantes de aguas pluviales suele estar incluido en un contrato anual que se refiere al mantenimiento de las cubiertas o la impermeabilización de los tejados y a posibles reparaciones. El mantenimiento de un canalón en el tejado también puede hacerse ocasionalmente, pero la operación debe repetirse con regularidad. Lo mismo ocurre con la limpieza de un canalón.
Como administradores de inmuebles, las autoridades locales, los arrendadores sociales y las empresas privadas suelen tener este tipo de contratos de mantenimiento. Estos contratos pueden incluso ser impuestos por sus compañías de seguros. Recurrir a un profesional le permite demostrar que sus canalones y desagües reciben un mantenimiento regular de acuerdo con las normas del oficio. Además, permite comprobar que el tejado ha sido revisado en el momento más conveniente del año, como por ejemplo a finales de otoño o de invierno.
También es el nivel de garantía de una intervención segura. De hecho, este trabajo se realiza en altura y debe ser realizado por profesionales cualificados.
Además del mantenimiento del sistema de gestión de las aguas pluviales, el profesional de la obra puede comprobar que las bajantes tienen el tamaño adecuado y el número suficiente para la superficie del tejado susceptible de recibir agua de lluvia, incluso en caso de fuertes tormentas. De este modo, puede prevenir cualquier riesgo de daños o filtraciones en caso de fuertes lluvias, comprobando que el agua se evacua.
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